El sol no nos afecta a todos de la misma forma. ¿Cuál es el mayor riesgo? Los efectos severos del sol, pueden ocasionar un cáncer de piel, que hoy en día representa un tercio de los cánceres diagnosticados. Los factores determinantes son varios: el capital solar, el fototipo, algunos antecedentes familiares e incluso los lunares…
Lo primero que debemos saber es que todos nacemos con un capital muy valioso, el capital solar.
En pocas palabras, podríamos decir que es la cantidad máxima de radiación UV que una persona puede tolerar a lo largo de su vida sin correr el riesgo de desarrollar cáncer. No todos tenemos la misma tolerancia. Para saber cuál es el nuestro, debemos fijarnos en los fototipos. Se trata de una clasificación basada en la reacción de nuestra piel al sol: desde pieles propensas a las quemaduras (como las pieles claras) hasta las pieles más oscuras que se broncean fácilmente. Aunque el capital solar varía en función de los fototipos, una cosa está clara: la fragilidad de todas las pieles aumenta con su exposición al sol.
La gran paradoja de la radiación solar es que permite la incorporación de la vitamina D, es fuente de bienestar y nos brinda un color saludable gracias al bronceado... pero una vez agotado el capital solar, la piel no tiene armas con las que defenderse. ¿La consecuencia? Quemaduras solares (eritema actínico), envejecimiento cutáneo (heliodermia), inmunodepresión (disminución de la inmunidad cutánea), intolerancia al sol (fotodermatosis) y cánceres cutáneos, que hoy representan un tercio de los cánceres diagnosticados (fuente OMS 2015).
¿Qué personas tienen más riesgo de desarrollar un cáncer de piel? Las personas con la piel muy clara, con más de 50 lunares en el cuerpo o con antecedentes familiares de cáncer de piel.
Existen 2 tipos de cáncer: por un lado, tenemos los carcinomas, que concentran el 90 % de los casos y cuya frecuencia aumenta con la edad, y, por el otro, los melanomas, un cáncer más grave a menudo vinculado a quemaduras solares importantes durante la infancia.